El grupo de los denominados “trastornos afectivos” surge de la convergencia, ocurrida al inicio del siglo XX, de ciertos términos (afecto y sus derivados), conceptos (nociones teóricas sobre las experiencias relacionadas con el estado de ánimo) y conductas (cambios observables en el discurso y la acción). La propia palabra afectivo tiene una dilatada e ilustre historia, y forma parte de una “panoplia” de vocablos como emoción, pasión, sentimiento, ánimo, afecto, distimia, ciclotimia o disforia, que denominan experiencias subjetivas superpuestas con etimología y origen diferentes. Por una serie de razones históricas e ideológicas, la semiología de la afectividad no alcanzó el mismo desarrollo que las funciones intelectuales. A lo largo del siglo, las nociones predecimonónicas de manía y de melancolía se transformaron en los nuevos conceptos de manía y depresión y se asociaron en los estados combinados (locura alternante, circular, periódica, doble forma). Este proceso culminó con la integración de todos los estados afectivos en la locura maniaco-depresiva de Kraepelin. Finalmente, este concepto extenso se fue fragmentando por los trabajos, entre otros, de Wernicke, Kleist, Leonhard, y culminó en la propuesta de Angst y Perris de separar la depresión unipolar del trastorno bipolar, aceptada desde 1980 por el DSM-III.
The group of conditions called ‘affective disorders’ resulted from the convergence of certain words, concepts, and behaviors that took place during the early part of the twentieth century. The word ‘affective’ has itself a long and noble history and is part of a panoply of terms which include emotion, passion, sentiment, feeling, mood, dysthymia, cyclothymia, etc. Although these terms name overlapping subjective states, each has a different history and etymology. The semiology of affect disorders has never achieved the richness of the psychopathology of perception and cognition. This resulted from a long-term neglect and also from the obscurity of the subject matter itself. Our current notions of depression and mania date from the second half of the nineteenth century and emerged from the transformation of the old notions of melancholia and mania. The new clinical versions of them combined the new concept of alternating, periodic, circular, or double form insanity. This process culminated with Kraepelin’s concept of ‘manic-depressive insanity’ which included most forms of affective disorder under the same umbrella. Finally, the overinclusive kraepelinian concept was fragmented by the works of Wernicke, Kleist, and Leonhard, capped with the proposal of Angst and Perris to differentiate between unipolar and bipolar psychoses, accepted since 1980 by the DSM-III.