The most frequently used bases for comparing international health care resources are health care expenditures, measured either as a fraction of gross domestic product (GDP) or per capita. There are several possible reasons for this, including the widespread availability of historic expenditure figures; the attractiveness of collapsing resource data into a common unit of measurement; and the present focus among OECD member countries and other governments on containing health care costs. Despite important criticisms of this method, relatively few alternatives have been used in practice. A simple framework for comparing data underlying health care systems is presented in this article. It distinguishes measures of real resources, for example human resources, medicines and medical equipment, from measures of financial resources such as expenditures. Measures of real resources are further subdivided according to whether their factor prices are determined primarily in national or global markets. The approach is illustrated using a simple analysis of health care resource profiles for Denmark, France, Germany, Sweden, the United Kingdom, and the USA. Comparisons based on measures of both real resources and expenditures can be more useful than conventional comparisons of expenditures alone and can lead to important insights for the future management of health care systems.
El costo de la asistencia sanitaria impone una carga grande y a menudo creciente en casi todos los países. Se pide cada vez más a los responsables de adoptar decisiones en el sector de la asistencia sanitaria que mejoren la eficiencia reduciendo los gastos y mejorando continuamente el acceso y la calidad. Las comparaciones entre los recursos destinados a la atención sanitaria en diferentes países, en particular miembros de la OCDE, han pasado a ser corrientes a medida que los proveedores de atención sanitaria y quienes la financian buscan maneras de alcanzar esos difíciles objetivos. La mayor parte de estos estudios se han basado en los gastos de atención sanitaria a nivel de país. Aunque este tipo de comparaciones se utilizan a menudo para llegar a la conclusión de que los recursos destinados a la atención sanitaria son muy insuficientes o bien excesivos, los datos relativos a los gastos no son realmente idóneos para fundamentar esas conclusiones. En efecto, esas cifras no pueden reflejar los beneficios que recibimos de los servicios de atención sanitaria, y las cuestiones monetarias complican las comparaciones transfronterizas. Por otra parte, y tal vez sea lo más importante, los gastos no representan fielmente el verdadero valor económico de los gastos de atención sanitaria, es decir el valor de los bienes y servicios que hubieran producido el personal y el equipo en las mejores actividades alternativas si no se hubieran destinado a la atención sanitaria. Teniendo esto presente, hemos comenzado a fomentar la utilización de mediciones alternativas para comparar los sistemas de salud. Mientras no se disponga de mejores mediciones de la actividad y del desempeño sanitarios, creemos que se debería hacer más hincapié en comparar los recursos reales asignados a los sistemas de salud. Con miras a promover este enfoque, presentamos un marco simple para los datos en que se basan las comparaciones, inspirado de forma flexible en la dicotomía existente entre las reservas de recursos reales y el flujo de gastos monetarios. Además, las mediciones de los recursos reales están subdivididas entre aquellos cuyos precios se fijan en un mercado nacional, por ejemplo la remuneración de los médicos, y aquellos cuyos precios se negocian a nivel internacional, por ejemplo los de los medicamentos patentados. Luego proponemos basar las comparaciones en una amplia variedad de mediciones, tanto de recursos reales como de gastos monetarios, utilizando diagramas de telaraña para combinar una cantidad considerable de información en gráficos fáciles de entender. Para ilustrar este enfoque efectuamos una aplicación sencilla utilizando datos recogidos por la OCDE sobre Dinamarca, Francia, Alemania, Suecia, el Reino Unido y los Estados Unidos. Además de hacer comparaciones entre los países, también examinamos las tendencias a lo largo del tiempo en el interior de los países utilizando datos de 1986, 1991 y 1996. Específicamente, los diagramas de telaraña muestran datos relativos a las siguientes variables: participación de la atención sanitaria en el PIB, gastos en atención sanitaria per cápita, gastos farmacéuticos totales per cápita, unidades de imaginología de resonancia magnética per cápita, escáneres para tomografía computadorizada per cápita, camas de hospital per cápita, empleo sanitario total per cápita, médicos per cápita, enfermeras per cápita y porcentaje de la fuerza de trabajo empleada en el sector sanitario. Para simplificar la interpretación, adaptamos la escala de las variables según el valor máximo registrado en el grupo de países. Encontramos diferencias sustanciales en las comparaciones basadas en las diferentes mediciones. Por ejemplo, mientras que los Estados Unidos presentaban siempre los mayores gastos y las mayores reservas de tecnología, Suecia tenía siempre el mayor número de recursos humanos. El Reino Unido asignaba menos recursos que los demás países en todas las mediciones. En efecto, la asignación de recursos en el Reino Unido no superaba el 50% de la del grupo máximo en cada una de las 10 mediciones de recursos en cada uno de los años examinados. Es de señalar que, mientras que en el Reino Unido y los Estados Unidos de América las pautas se han mantenido relativamente estacionarias a lo largo del tiempo, en Francia y Alemania se observan cambios relativos sustanciales. Las comparaciones basadas en mediciones de los recursos reales y de los gastos pueden ser más útiles que las comparaciones convencionales de gastos solamente, y pueden dar lugar a avances importantes para la gestión futura de los sistemas de salud. El enfoque aquí propuesto, que utiliza perfiles de países para resumir una amplia variedad de mediciones de los recursos reales, es sencillo, y confiamos en que en el futuro se podrá elaborar y perfeccionar más.
Le coût de la prestation des soins de santé est souvent de plus en plus pesant pour la quasi-totalité des pays. Les décideurs dans le domaine des soins de santé sont de plus en plus fréquemment priés d'améliorer la performance en contenant les dépenses, tout en améliorant constamment l'accès et la qualité. Pour trouver les moyens de satisfaire à ces objectifs difficiles, les responsables de la fourniture et du financement des soins de santé procèdent couramment à des comparaisons des ressources consacrées aux soins de santé dans différents pays, en particulier dans les pays membres de l'OCDE. La plupart des études effectuées se sont appuyées sur les dépenses de santé nationales. Si ces comparaisons sont souvent utilisées pour démontrer que trop, ou au contraire, trop peu de ressources sont allouées aux soins de santé, les données relatives aux dépenses ne permettent pas réellement d'étayer ces affirmations. Il est vrai que les chiffres des dépenses ne rendent pas bien compte des avantages que nous procurent les services de soins de santé, les comparaisons entre pays étant en outre compliquées par les questions monétaires. De plus, et c'est peut-être là le plus important, les dépenses ne reflètent pas le véritable coût économique des dépenses de santé, c'est-à-dire la valeur des biens et des services que le personnel et les équipements auraient produits autrement, au mieux de leurs capacités, s'ils n'avaient pas produit des soins de santé. Compte tenu de cela, nous avons encouragé l'utilisation d'autres mesures pour comparer les systèmes de soins de santé. En attendant la mise au point d'instruments améliorés pour mesurer l'activité et la performance des soins de santé, il nous semble préférable de comparer les ressources réelles allouées aux systèmes de soins de santé. Nous présentons à cet effet un cadre simple pour les données qui soustendent les comparaisons, fondé en gros sur la dichotomie entre la réserve de ressources réelles et le flux des dépenses monétaires. Les mesures des ressources réelles varient en outre selon que les prix sont fixés dans le cadre d'un marché national, par exemple, la rémunération des médecins, ou qu'ils résultent de négociations internationales, par exemple les médicaments brevetés. Nous proposons ensuite de fonder les comparaisons sur un large éventail de mesures des ressources réelles et des dépenses monétaires, en utilisant des schémas concentriques regroupant une quantité formidable de données mais néanmoins facilement compréhensibles. A titre d'illustration, nous présentons une application simple qui utilise des données recueillies par l'OCDE pour l'Allemagne, le Danemark, les Etats-Unis d'Amérique, la France, le Royaume-Uni et la Suède. Outre la comparaison inter-pays, nous avons également examiné les tendances qui se sont fait jour dans les pays à partir des données de 1986, 1991 et 1996. Les schémas concentriques présentent plus spécialement des données pour les variables suivantes: part des soins de santé dans le PIB, dépenses de soins de santé par habitant, dépenses pharmaceutiques totales par habitant, unités d'imagerie par résonance magnétique par habitant, appareils de tomographie par ordinateur par habitant, lits d'hôpitaux par habitant, emploi total dans le domaine des soins de santé par habitant, médecins par habitant, infirmières par habitant, et pourcentage de la main-d'œuvre employé dans le secteur des soins de santé. Pour simplifier l'interprétation, nous avons classé les variables par rapport à la valeur maximale enregistrée dans le groupe de pays. Selon les mesures, les comparaisons ont fait apparaître des écarts sensibles. Par exemple, tandis que les Etats-Unis d'Amérique avaient systématiquement les dépenses les plus élevées et les réserves technologiques les plus importantes, la Suède avait systématiquement les ressources en main-d'œuvre les plus nombreuses. Pour chacune des mesures, le Royaume-Uni était, de tous les pays, celui qui allouait systématiquement le moins de ressources. En fait, au Royaume-Uni les ressources allouées représentaient au plus environ 50% du maximum du groupe pour chacune des 10 ressources mesurées pendant chacune des années examinées. Fait intéressant, contrairement à la stabilité relative des schémas observés au fil des années au Royaume-Uni et aux Etats-Unis d'Amérique, des changements relatifs sensibles apparaissent en Allemagne et en France. Les comparaisons fondées sur des mesures des ressources réelles et des dépenses peuvent être plus utiles que les comparaisons classiques limitées aux dépenses et elles peuvent fournir des renseignements importants pour la gestion future des systèmes de santé. La démarche préconisée ici, qui s'appuie sur les profils de pays pour résumer un large éventail de mesures des ressources réelles, est simple et nous espérons qu'elle pourra être améliorée et affinée.