Mercury is an environmental toxicant that causes numerous adverse effects on human health and natural ecosystems. The factors that determine the existance of adverse effects, as well as their severity are, among others: the chemical form of mercury (elemental, inorganic, organic), dosis, age, period of exposure, pathways of exposure and environmental, nutritional and genetic factors. In the aquatic cycle of mercury, once it has been deposited, it is transformed into methylmercury due to the action of certain sulphate-reducing bacteria, which bioaccumulates in the aquatic organisms and moves into the food chain. The methylmercury content of large, long-lived fish such as swordfish, shark, tuna or marlin, is higher. Methylmercury binds to protein in fish and is therefore not eliminated by cleaning or cooking the fish. Fetuses and small children are more vulnerable to the neurotoxic effects of methylmercury from the consumption of contaminated fish. Methylmercury is absorbed in the gastrointestinal tract and crosses the blood-brain barrier and the placenta. The intake of certain dietary components such as polyunsaturated fatty acids, selenium, fiber, thiol compounds, certain phytochemicals and other nutrients can modify methylmercury bioaccesibility and its toxicity. Apart from environmental factors, genetic factors can influence mercury toxicity and explain part of the individual vulnerability.
El mercurio es un tóxico ambiental que causa numerosos efectos adversos en la salud humana y en los ecosistemas naturales. Los factores que determinan la aparición de efectos adversos y su severidad son entre otros: la forma química del mercurio (elemental, inorgánico, orgánico), la dosis, la edad, la duración de la exposición, la vía de exposición y los factores ambientales, nutricionales y genéticos. En el ciclo acuático del mercurio, una vez que se ha depositado, se transforma en metilmercurio por la acción de determinadas bacterias sulfato reductoras y se bioacumula en los organismos acuáticos incorporándose a la cadena trófica de alimentos. El contenido de metilmercurio es mayor en las especies depredadoras de mayor tamaño y que viven más años como el emperador, pez espada, tiburón, atún o marlín. El metilmercurio se halla unido a las proteínas del pescado por lo que no se elimina mediante la limpieza ni el cocinado del mismo. El feto en desarrollo y los niños pequeños son los más vulnerables a los efectos neurotóxicos del metilmercurio procedente de la ingesta de pescado contaminado. El metilmercurio se absorbe en el tracto gastrointestinal y atraviesa la barrera hematoencefálica y la placenta. Algunos componentes de la dieta como los ácidos grasos poliinsaturados, el selenio, la fibra, los compuestos tiol, algunos fitoquímicos y otros nutrientes pueden modificar la bioaccesibilidad del mercurio y su toxicidad. Además de los factores ambientales, los factores genéticos pueden influir en la toxicidad del mercurio y explicar parte de la vulnerabilidad individual.