Objective. To establish the effectiveness of an educational intervention to improve nurses' knowledge on pediatric nasogastric intubation. Methods. Multicenter, quasi-experimental, pre- and post-test study using a theoretical educational intervention based on bibliographic evidence and assessment of its effectiveness after 4 months. Results. Delivered questionnaires: 1019. Valid questionnaires: 557 (54.66 %) pre-test and 246 (24.14 %) post-test. Pre- and post-test answers indicated that the implied risk always entailed by the procedure had been perceived by 53.2 % and then increased to 70.7 % (p < 0.001). Nasogastric (NG) tube size was chosen using tables by 4.3 % of participants, and increased to 24.6 % (p < 0.001). The length of NG tube to be inserted as measured by the nose-ear-midumbilicus distance (NEMU) method increased from 34.2 % to 81.3 % (p < 0.001). Confirmation of NG tube placement prior to use increased from 73.1 % to 86.5 % (p < 0.001). Confirmation of the five rights (patient, drug, dosage, route, and timing) prior to NG tube use increased from 85.6 % to 91 %. In relation to confirmation methods, the perception that auscultation was unsafe improved from 11.7 % to 31.1 % (p < 0.001), and its use reduced from 95.1 % to 81.6 %. The perception that the measurement of gastric pH was safe increased from 71.3 % to 91.1 % (p < 0.001), and its use rose from 7.6 % to 54.3 % (p < 0.001). Conclusions. The educational intervention was effective to increase nurses' knowledge on pediatric nasogastric intubation.
Objetivo. Eficacia de una intervención educativa para mejorar el conocimiento de las/os enfermeras/os sobre el sondaje gástrico en pediatría. Métodos. Estudio multicéntrico cuasi experimental pre- y postest mediante intervención educativa teórica basada en la evidencia bibliográfica y la evaluación de su eficacia a los 4 meses. Resultados. Cuestionarios entregados: 1019. Válidos: 557 (54,66 %) pretest, 246 (24,14 %) postest. Las respuestas pre- y postest fueron que el riesgo implícito que conllevaba siempre el procedimiento había sido percibido por el 53,2 % y aumentó al 70,7 % (p < 0,001). El 4,3 % elegía el tamaño de la sonda gástrica (SG) mediante tablas y se elevó al 24,6 % (p < 0,001). La longitud de la SG por introducir medida mediante el método nariz-oreja-distancia media xifoides-ombligo (nose-ear-mid-umbilicus; NEMU, por sus siglas en inglés) ascendió del 34,2 % al 81,3 % (p < 0,001). La comprobación de la ubicación de la SG previa a su uso pasó del 73,1 % al 86,5 % (p < 0,001). La comprobación de los cinco correctos (paciente, medicamento, dosis, vía y hora) previa a la utilización de la SG aumentó del 85,6 % al 91 %. Como métodos de comprobación, mejoró la percepción de inseguridad de la auscultación del 11,7 % al 31,1 % (p < 0,001), y disminuyó su uso del 95,1 % al 81,6 %. Creció la percepción de seguridad de la medición del pH gástrico del 71,3 % al 91,1 % (p < 0,001), y aumentó su uso del 7,6 % al 54,3 % (p < 0,001). Conclusiones. La intervención educativa resultó eficaz para incrementar el conocimiento de enfermería sobre el sondaje gástrico pediátrico.