In our setting, it is families, not the health and social services, who play the greatest role in providing continuous care to persons in need of such services. Informal health care poses two key questions with regard to the issue of equity: differences in the burdens borne by men and women, which contribute to gender inequality and, depending on their educational and socio-economic level, inequities in their ability to choose and gain access to needed resources and support services, thus contributing to social class inequalities. Distributing the burden of caregiving between men and women, and between the family and the state, constitutes a crucial debate in public health. This study analyzes the concept and characteristics of informal care, provides data on its dimensions in our setting, and analyzes the profile of caregivers, as well as the work they do and the impact it has on their lives. Finally, it presents currently existing models and support strategies for informal caregivers. It is largely women who assume the principal role of providing informal care, undertaking the most difficult and demanding tasks and dedicating the largest share of their time to them. As a result, women bear an elevated cost in their lives in terms of health, quality of life, access to employment and professional development, social relations, availability of time for themselves, and economic repercussions. Unemployed, under-educated women from the least privileged social classes constitute the largest group of informal caregivers in our country. Any policies aimed at supporting those who provide such care should keep in mind the unequal point from which they start and be evaluated in terms of their impact on gender and social class inequality.
Los servicios sociales y sanitarios participan de forma minoritaria en el cuidado continuado de las personas que lo necesitan, y la familia constituye la principal prestadora de cuidados en nuestro entorno. La atención informal a la salud plantea dos cuestiones relacionadas con la equidad: las cargas diferenciales del cuidado entre hombres y mujeres, que generan una desigualdad de género, y la inequidad en capacidad de elección y de acceso a recursos y servicios de ayuda según el nivel educativo y socioeconómico, que plantea una desigualdad de clase social. La distribución de la responsabilidad de cuidar entre hombres y mujeres y entre familia y estado constituye un debate crucial de la salud pública. En este trabajo se analiza el concepto y características del cuidado informal, se aportan datos sobre su magnitud en nuestro medio y se analiza el perfil de las personas cuidadoras, el trabajo que realizan y el impacto que supone en sus vidas. Finalmente, se plantean modelos y estrategias de apoyo a cuidadores/as existentes en la actualidad. Las mujeres asumen de forma mayoritaria el papel de cuidadoras principales, se responsabilizan de las tareas más pesadas y demandantes y dedican más tiempo a cuidar. El coste que asumen las mujeres en sus vidas por el hecho de ser cuidadoras es elevado en términos de salud, calidad de vida, acceso al empleo y desarrollo profesional, relaciones sociales, disponibilidad del propio tiempo y repercusiones económicas. Las mujeres de menor nivel educativo, sin empleo y de clases sociales menos privilegiadas configuran el gran colectivo de cuidadoras en nuestro país. Cualquier política de apoyo a cuidadores debería tener en cuenta esta desigual situación de partida y ser evaluada en términos de su impacto en desigualdad de género y clase social.