Current evidence suggests that inter-annual and inter-decadal climate variability have a direct influence on the epidemiology of vector-borne diseases. This evidence has been assessed at the continental level in order to determine the possible consequences of the expected future climate change. By 2100 it is estimated that average global temperatures will have risen by 1.0-3.5 °C, increasing the likelihood of many vector-borne diseases in new areas. The greatest effect of climate change on transmission is likely to be observed at the extremes of the range of temperatures at which transmission occurs. For many diseases these lie in the range 14-18 °C at the lower end and about 35-40 °C at the upper end. Malaria and dengue fever are among the most important vector-borne diseases in the tropics and subtropics; Lyme disease is the most common vector-borne disease in the USA and Europe. Encephalitis is also becoming a public health concern. Health risks due to climatic changes will differ between countries that have developed health infrastructures and those that do not. Human settlement patterns in the different regions will influence disease trends. While 70% of the population in South America is urbanized, the proportion in sub-Saharan Africa is less than 45%. Climatic anomalies associated with the El Niño-Southern Oscillation phenomenon and resulting in drought and floods are expected to increase in frequency and intensity. They have been linked to outbreaks of malaria in Africa, Asia and South America. Climate change has far-reaching consequences and touches on all life-support systems. It is therefore a factor that should be placed high among those that affect human health and survival.
La vida humana depende de la dinámica del sistema climático de la Tierra. Las interacciones entre la atmósfera, los océanos, las biosferas terrestre y marina, la criosfera y la superficie terrestre determinan el clima de la superficie del planeta. La concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero está aumentando debido principalmente a la actividad humana, provocando un recalentamiento de la superficie terrestre. Se estima que la temperatura mundial habrá aumentado como promedio 1,0-3,5 °C para 2100, con lo que aumentará también el riesgo de enfermedades transmitidas por vectores. El mayor efecto del cambio climático en ese sentido se observará probablemente en los extremos del intervalo de temperaturas requerido para la transmisión (14-18 °C como límite inferior, y 35-40 °C como límite superior). El clima africano tropical favorece la transmisión de la mayoría de las principales enfermedades mediadas por vectores, entre ellas el paludismo, la esquistosomiasis, la oncocercosis, la tripanosomiasis, la filariasis, la leishmaniasis, la peste, la fiebre del Valle del Rift, la fiebre amarilla y las fiebres hemorrágicas transmitidas por garrapatas. Se calcula que para 2050 el Sáhara y las zonas semiáridas de África meridional podrían experimentar un aumento medio de 1,6 °C, y países ecuatoriales como el Camerún, Kenya y Uganda podrían experimentar incrementos de 1,4 °C. Europa se ha recalentado 0,8 °C durante los últimos 100 años. Recientemente se han registrado brotes de paludismo en Armenia, Azerbaiyán, Tayikistán y Turquía. Es probable que el cambio climático amplíe la distribución actual de la enfermedad a latitudes septentrionales, sobre todo en los países de la antigua Unión Soviética, donde los recursos de salud son escasos. La distribución de las garrapatas depende del clima, de ahíla creciente preocupación por la posibilidad de que las enfermedades transmitidas por esos arácnidos, como la enfermedad de Lyme y la encefalitis transmitida por garrapatas, estén aumentando en la Europa del norte. A medida que el clima se hace más cálido, los flebótomos transmisores de la leishmaniasis tienden a proliferar con más intensidad y a propagarse hacia el norte. En América del Sur, el paludismo, la leishmaniasis, el dengue, la enfermedad de Chagas y la esquistosomiasis son las principales enfermedades de transmisión vectorial sensibles al clima. Otras son la fiebre amarilla, la peste, la encefalitis equina venezolana y varias enfermedades arbovirales detectadas en la región amazónica, por ejemplo la fiebre de Oropouche. Como consecuencia de la sequía provocada por El Niño, las poblaciones humanas del Brasil migran de las zonas rurales a las urbanas en busca de trabajo, favoreciendo así la transmisión del paludismo y de la leishmaniasis en las ciudades. Sin embargo, se ha observado que el paludismo aumenta también tras las inundaciones asociadas a El Niño. Cada vez son más los indicios de que está cambiando el clima en los Estados Unidos. Las garrapatas transmiten el agente causante de la enfermedad de Lyme, la dolencia de transmisión vectorial más común en los Estados Unidos. Se ha comprobado experimentalmente, en estudios tanto de campo como de laboratorio, la existencia de una relación entre los parámetros de las fases de la vida del vector y las condiciones climáticas. A partir de estudios sobre el terreno realizados en California, los investigadores predicen que un aumento de 3-5 °C de la temperatura causará un importante desplazamiento hacia el norte de los brotes tanto de la fiebre equina del oeste de Venezuela como de la encefalitis de Saint Louis, así como la desaparición de la encefalitis equina occidental en las regiones endémicas del sur. Durante los últimos cien años las temperaturas superficiales medias han aumentado en 0,3-0,8 °C en el conjunto de Asia, y se prevé que para 2070 habrán aumentado en 0,4-4,5 °C. En el Punjab nororiental, las epidemias de paludismo se quintuplicaron a causa del fenómeno de El Niño registrado el año anterior, y en Sri Lanka el riesgo de epidemias de paludismo se multiplicó por cuatro durante un año de actividad de El Niño. Experimentos de laboratorio han demostrado que el periodo de incubación del virus 2 del dengue en Aedes aegypti podría reducirse de 12 días a 30 °C a 7 días a 32-35°C . En Australia, las principales enfermedades transmitidas por vectores son las causadas por los virus Ross River y Barmah Forest de la artritis y el virus Murray Valley de la encefalitis. La transmisión de esos virus se asocia a la existencia de criaderos de mosquitos y a unas condiciones ambientales propicias.
La vie de l’homme est tributaire de la dynamique du système climatique de la planète. Ce sont les interactions de l’atmosphère, des océans, de la biosphère terrestre et de la biosphère marine, de la cryosphère et de la surface de la terre qui déterminent le climat en surface. La concentration des gaz à effet de serre dans l’atmosphère augmente principalement du fait de l’activité humaine et conduit à un réchauffement accru à la surface de la terre. On estime que la température mondiale augmentera en moyenne de 1,0 à 3,5 °C d’ici 2100, ce qui accroîtra la probabilité de nombreuses maladies à transmission vectorielle. L’effet le plus important du changement climatique sur la transmission devrait être observé aux extrêmes des fourchettes de température nécessaires à la transmission (14 à 18 °C au niveau inférieur et environ 35 à 40 °C au niveau supérieur). Le climat tropical africain est favorable à la transmission de la plupart des principales maladies à transmission vectorielle, et notamment du paludisme, de la schistosomiase, de l’onchocercose, de la trypanosomiase, de la filariose, de la leishmaniose, de la peste, de la fièvre de la Vallée du Rift, de la fièvre jaune et des fièvres hémorragiques à tiques. On estime que, d’ici 2050, la température du Sahara et des zones semi-arides d’Afrique australe risque d’augmenter en moyenne de 1,6 °C, alors que des pays équatoriaux comme le Cameroun, le Kenya et l’Ouganda pourraient enregistrer une augmentation moyenne de 1,4 °C. La température en Europe a augmenté de 0,8 °C au cours des 100 dernières années. Des flambées de paludisme ont récemment été observées en Arménie, en Azerbaïdjan, au Tadjikistan et en Turquie. Le changement climatique va probablement favoriser l’extension de la maladie vers le Nord, en particulier dans les pays de l’ex-Union soviétique où les ressources consacrées à la santé sont limitées. La répartition des tiques est liée au climat et l’on craint que les maladies à tiques comme la maladie de Lyme et l’encéphalite à tiques ne se répandent en Europe septentrionale. Avec le réchauffement, les phlébotomes vecteurs de la leishmaniose risquent de devenir plus nombreux et de s’étendre vers le Nord. En Amérique du Sud, le paludisme, la leishmaniose, la dengue, la maladie de Chagas et la schistosomiase sont les principales maladies à transmission vectorielle sensibles au climat. On peut en mentionner d’autres, comme la fièvre jaune, la peste, l’encéphalite équine vénézuélienne et plusieurs arboviroses de la région amazonienne, comme la fièvre d’Oropouche. La sécheresse, consécutive au phénomène El Niño, a poussé des populations du Brésil à quitter les zones rurales pour se rendre dans les villes à la recherche d’un emploi, ce qui a eu pour conséquence d’accroître la transmission du paludisme et de la leishmaniose en milieu urbain. On a également constaté une aggravation du paludisme à la suite de certaines inondations associées à El Niño. Des modifications des tendances climatiques sont également observées de plus en plus aux Etats-Unis d’Amérique. C’est à des tiques ixodides que l’on doit la transmission de l’agent étiologique de la maladie de Lyme, la maladie à transmission vectorielle la plus courante dans ce pays. Le lien entre les paramètres des stades évolutifs du vecteur et les conditions climatiques a été vérifié expérimentalement, aussi bien sur le terrain qu’au laboratoire. Des études de terrain en Californie ont permis à des chercheurs de conclure qu’une augmentation de la température de 3 à 5°C entraînera un déplacement significatif vers le Nord des poussées de fièvre équine vénézuélienne occidentale et d’encéphalite de Saint-Louis, avec une disparition de l’encéphalite équine occidentale dans les régions d’endémie australe. Au cours des 100 dernières années, la température moyenne à la surface du globe a augmenté de 0,3 à 0,8 °C dans l’ensemble de l’Asie et devrait augmenter de 0,4 à 4,5 °C d’ici 2070. Au nord-est du Pendjab, les épidémies de paludisme ont quintuplé dans l’année suivant un phénomène El Niño, et à Sri Lanka le risque d’épidémie de paludisme a quadruplé au cours d’une année El Niño. Des expériences au laboratoire ont démontré que la période d’incubation du virus de la dengue 2 peut être ramené de 12 jours à 30°C à 7 jours à 32-35 °C chez Aedes aegypti. En Australie, les principales maladies à transmission vectorielle sont provoquées par les virus de la Ross River et Barmah Forest responsables de manifestations articulaires et par le virus de l’encéphale de la vallée de la Murray. La transmission de ces virus est associée à la présence de gîtes larvaires de moustiques et d’un environnement favorable.