Resumen La pandemia por COVID-19 y el contexto de emergencia socio-sanitaria trajo consigo, entre otras cosas, la oportunidad de visibilizar los cambios requeridos por el sistema formativo y profesional que demanda al colectivo de trabajo social: reinventarse para llevar a cabo nuevas formas de ayuda e intervención social en crisis. Lo anterior implica desplegar todo su potencial para ofrecer recursos de apoyo emocional en situaciones de distanciamiento físico-social bajo modalidad de teletrabajo, en estado de confinamiento o de regreso a la nueva normalidad. Todos estos hechos han ido generando desgaste y agotamiento emocional, tanto en este grupo profesional como en la población estudiantil en formación. El objetivo de este trabajo es relevar la importancia que tiene la educación emocional y la formación de competencias emocionales que fortalezcan el desempeño profesional de futuras personas trabajadoras sociales, no solo en un contexto excepcional sino en cualquier situación cotidiana que requiera de su atención o intervención. El principal motivo es, sobre todo, porque las competencias emocionales tienen directa relación con las habilidades sociales y cognitivas, con el logro de los aprendizajes y con los resultados laborales. Como principal resultado se evidencia la necesidad de implementar programas formativos que promuevan el desarrollo de competencias emocionales a partir de un diagnóstico claro que permita reorientar el proceso de enseñanza y aprendizaje. De este modo se busca aportar a la formación integral de las futuras personas profesionales del trabajo social. Se concluye que las competencias emocionales hacen referencia a un desarrollo humano integral, que apunta a un proceso educativo en la sociedad actual y a un aprendizaje a lo largo de toda la vida que integra el aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir. Finalmente, se recomienda que la incorporación del aprendizaje socioemocional sea gradual, continuo y sistemático; contemplando una estrategia de capacitación permanente dirigida al equipo docente que forma al estudiantado de trabajo social, integrando un enfoque teórico desde la sociología de las emociones que considere la diversidad sociocultural de los entornos y contextos en los que estos se desenvuelven.
Abstract Among all the consequences resulting from the COVID-19 pandemic and the socio-sanitary emergency context, the opportunity to make visible those changes required by the training and professional system to social workers stands out. An example of this consists of the need to reinvent this social field to provide new assistance and social intervention in crisis, which implies deploying its full potential to offer emotional support resources in situations of physical-social distancing under the modality of teleworking, in a state of confinement or return to the new normality. All these facts have been generating emotional exhaustion in this professional group and the student population in training. Therefore, this investigation aims to highlight the importance of emotional education and the formation of emotional competencies that strengthen the professional performance of future social workers, not only in an exceptional context but in any daily situation that requires their attention or intervention, especially since emotional competencies are directly related to social and cognitive skills, with the achievement of learning and with work results. As a main discovery, the investigators consider it essential to implement training programs that promote the development of emotional competencies, starting with a clear diagnosis that allows reorienting the teaching and learning process. Hence, it would be possible to contribute to the comprehensive training of future social work professionals. In addition, the authors conclude that emotional competencies represent an integral human growth that points both to an educational process in society and to lifelong learning. Moreover, this integrates learning to know, to do, to be, and to learn to live together. Finally, the researchers recommend that the incorporation of social emotional learning be gradual, continuous, and systematic. Furthermore, that a permanent training strategy aimed at teachers who train social work students be contemplated, and that a theoretical approach be integrated from the sociology of emotions that considers the sociocultural diversity of the environments and contexts in which they operate.