This work is aimed at studying the interannual variability of surface temperature cold spells and warm spells due to cold-and warm-air incursions. The effect of the ENSO event on the occurrence of extreme spells having three different indices was studied. In order to track changes during the 1959/96 period, spell parameters, persistence and intensity, have been studied from daily temperatures. The number of extreme spells per year show low frequency variability plus a biennial variability, which is more important in its intensity than in its persistence, and in summer rather than in winter. The number of extreme warm spells increases until the end of the sixties and seventies, reflecting an increase of northeasterly flow. From then onwards, the trend starts to decline significantly over northern Argentina. The interannual variability of extreme winter cold spells increases from the 80's onwards, indicating the variation of anticyclone permanence over the country. Cases are more numerous in the latest years. Extreme spell occurrence in northern Argentina is closely linked to the El Niño phenomenon. Winter warm spells are more persistent in an El Niño (0) year and more intense and persistent in the year following El Niño. In summer, however, there is either no difference, or the relationship is reversed, resulting in more intense situations in November and December in the case of La Niña. Cold spells reaching the northeastern most part of the country are more persistent when La Niña occurs, the conclusion being that the region would be affected by extreme cold spells when La Niña is active.
En este trabajo se estudia la variabilidad interanual de las olas de calor y frío extremas sobre la Argentina, como la manifestación de irrupciones extremas de aire tropical y polar. Se consideran las temperaturas de superficie diarias en el periodo 1959/96, a partir de las cuales se calculan dos parámetros para definir las olas: persistencia e intensidad. La cantidad de olas extremas por año muestra dos escalas de variabilidad: bianual y de frecuencia mayor a 10 años, lo que es más importante en verano que en invierno, y en la intensidad de las olas que en su persistencia. La cantidad de olas de calor extremas aumenta hasta el final de los años sesenta, lo que refleja un aumento del flujo del noreste. De ahí en adelante, disminuye significativamente. La variabilidad interanual de las olas de frio es mayor a partir de los años ochenta, indicando una mayor variabilidad de la permanencia de un sistema anticiclónico sobre el país. Hay mayor cantidad de casos de estas olas en los últimos años. Se analiza el posible efecto de El Niño en la ocurrencia de las mismas, mediante tres indices diferentes. Las olas de calor de invierno son más persistentes en el año 0 de El Niño y más intensas en el invierno siguiente. En los meses más cálidos (especialmente en noviembre y diciembre) estas olas se presentan más intensas en caso de La Niña. Las olas de frio extremas que alcanzan el norte del país, son más persistentes en meses de La Niña, con el riesgo consecuente de que las masas de aire frío alcancen latitudes menores en esta fase del ENSO.