Resumen La pandemia del SARS-CoV-2 nos plantea muchas reflexiones y un futuro incierto. Pero, también ha sido una oportunidad para abrir nuevos retos en la investigación pediátrica. En Cataluña se constituyó un grupo de investigación multidisciplinario (COPEDI-CAT) formado por pediatras de hospital y de Atención Primaria y físicos de la unidad de Biología Computacional y Sistemas Complejos (BIOCOM-SC) de la Universidad Politécnica de Cataluña para dar respuesta a algunas de las incógnitas que nos generaba la enfermedad por SARS-CoV-2 en la edad pediátrica. En un primer estudio, al inicio de pandemia, demostramos que los niños y adolescentes no eran los motores de la propagación del virus: el 70% de los casos positivos se contagiaron de algún adulto conviviente y solamente el 7,7% fueron los casos índice dentro del núcleo familiar. En otro estudio realizado para conocer la transmisión del virus en los grupos burbuja de las escuelas, se observó que el 75% de los casos positivos no contagiaron a ningún compañero del grupo. También constatamos que la mayor parte de los niños y adolescentes eran asintomáticos o padecían la COVID-19 de forma leve y evolucionaban favorablemente. Las hospitalizaciones y las complicaciones están descritas, pero son muy poco frecuentes. En la quinta ola, la variante delta del SARS-CoV-2 ha afectado mucho más a los niños (20%) que en las anteriores olas. Gracias al esfuerzo y a la inversión realizada, la investigación ha dado sus frutos y ya disponemos de vacunas eficaces y seguras. Las vacunas nos han situado en un escenario mucho más optimista, pero con toda la información científica disponible y con la variante delta predominante, es inevitable plantearse si la vacunación en los menores de 12 años podría ofrecerles ventajas, a ellos y a la población general. De momento, no disponemos de resultados de eficacia, seguridad e inmunidad en esta franja de edad y, ni por supuesto, de la autorización de las organizaciones sanitarias internacionales como la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medicamentos y la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. Por ahora deberíamos insistir en la responsabilidad de los adultos para que se vacunen en su totalidad antes de tomar decisiones de estrategias vacunales en los más pequeños. Parece razonable demorar y ser prudentes con la vacunación en la población por debajo de los 12 años.
Abstract The SARS-CoV-2 pandemic has given us many reflections and an uncertain future. But it has also been an opportunity to open to new challenges in paediatric research. In Catalonia, a multidisciplinary research group (COPEDI-CAT) formed by hospital and primary care paediatricians and physicists from the Computational Biology and Complex Systems Unit (BIOCOM-SC) of the Polytechnic University of Catalonia was set up to answer some of the unknowns about SARS-CoV-2 infection in the paediatric age group. In a first study, at the beginning of the pandemic, we demonstrated that children and adolescents were not the driving force behind the spread of the virus: 70% of the positive cases were transmitted by a cohabiting adult and only 7.7% were index cases within the family nucleus. In another study on the transmission of the virus in school bubble groups, we found that 75% of the positive cases did not infect any of their peers. We also found that most of the children and adolescents were asymptomatic or had mild COVID-19 and were progressing favourably. Hospitalisations and complications are described but are very rare. In the fifth wave, the SARS-CoV-2 delta variant has affected significantly more children (20%) than in previous waves. Thanks to the effort and investment made, research has borne fruit and we now have effective and safe vaccines. Vaccines have put us in a much more optimistic scenario, but with all the scientific information available and with the predominant delta variant, it is inevitable to ask whether vaccination in children under 12 years of age could be of benefit to them and to the general population. At the moment, we have no results on efficacy, safety and immunity in this age group and, of course, no authorisation from international health organisations such as the WHO, EMA and FDA. For now, we should insist on the responsibility of adults to be fully vaccinated before making decisions on vaccination strategies for the very young. It seems reasonable to delay and be cautious with vaccination in the population below 12 years of age.