OBJECTIVE: To review existing literature to assess the risks of infection from dead bodies after a natural disaster occurs, including who is most at risk, what precautions should be taken, and how to safely dispose of the bodies. METHODS: Disease transmission requires the presence of an infectious agent, exposure to that agent, and a susceptible host. These elements were considered to characterize the infectious disease risk from dead bodies. Using the PubMed on-line databases of the National Library of Medicine of the United States of America, searching was done for relevant literature on the infection risks for public safety workers and funeral workers as well as for guidelines for the management of the dead and prevention of infection. A small but significant literature was also reviewed regarding the disposal of the dead and the contamination of groundwater by cemeteries. RESULTS: Victims of natural disasters usually die from trauma and are unlikely to have acute or "epidemic-causing" infections. This indicates that the risk that dead bodies pose for the public is extremely small. However, persons who are involved in close contact with the dead-such as military personnel, rescue workers, volunteers, and others-may be exposed to chronic infectious hazards, including hepatitis B virus, hepatitis C virus, HIV, enteric pathogens, and Mycobacterium tuberculosis. Suitable precautions for these persons include training, use of body bags and disposable gloves, good hygiene practice, and vaccination for hepatitis B and tuberculosis. Disposal of bodies should respect local custom and practice where possible. When there are large numbers of victims, burial is likely to be the most appropriate method of disposal. There is little evidence of microbiological contamination of groundwater from burial. CONCLUSIONS: Concern that dead bodies are infectious can be considered a "natural" reaction by persons wanting to protect themselves from disease. However, clear information about the risks is needed so that responsible local authorities ensure that the bodies of disaster victims are handled appropriately and with due respect. This paper provides a source of information for those who are in the unfortunate position of managing those bodies.
OBJETIVO: Realizar una revisión bibliográfica encaminada a determinar los riesgos de infección que plantean los cadáveres después de un desastre natural, particularmente quiénes corren mayor peligro, qué precauciones se deben tomar y cómo se debe disponer de los cadáveres. MÉTODOS: Para que una enfermedad se transmita, es necesario que haya un agente infeccioso, una exposición a dicho agente y un huésped susceptible. Estos son los elementos que se tuvieron en cuenta para calcular el peligro que plantean los cadáveres como fuentes de infección. Se buscaron trabajos sobre el riesgo de infección al que se exponen los trabajadores que velan por la seguridad del público (personal médico de emergencia, bomberos, la policía) y los empleados de casas funerarias, y sobre las pautas observadas para disponer de los cadáveres y prevenir infecciones. También se revisaron unos cuantos trabajos importantes sobre la disposición de los cadáveres y la contaminación de las aguas subterráneas por los cementerios. RESULTADOS: Las víctimas de desastres naturales suelen morir de traumatismos y raras veces tienen infecciones agudas que puedan producir epidemias. Esto significa que los cadáveres plantean un riesgo sumamente pequeño para el público. No obstante, las personas que entran en contacto cercano con los muertos -el personal militar, el personal de rescate, los trabajadores voluntarios y demás- pueden verse expuestas a fuentes de infecciones crónicas, tales como los virus de las hepatitis B y C, VIH, organismos enteropatógenos y Mycobacterium tuberculosis. Algunas medidas de precaución orientadas a proteger a estas personas son el adiestramiento, el uso de bolsones para los cadáveres y de guantes, las buenas prácticas de higiene y la vacunación contra la hepatitis B y la tuberculosis. Siempre que se pueda, la disposición de los cadáveres debe hacerse de conformidad con las costumbres y prácticas locales. Cuando son muy numerosas las víctimas, el entierro es probablemente el método de disposición más adecuado. Hay muy pocas pruebas de que la contaminación microbiológica del agua subterránea debido al entierro de cadáveres constituya un peligro. CONCLUSIONES: Es natural que muchas personas, en su afán por protegerse contra las enfermedades, piensen que los cadáveres son fuentes de infección. No obstante, se necesita información precisa sobre los peligros que puedan existir para que las autoridades locales responsables puedan garantizar el manejo adecuado y respetuoso de los cadáveres de las víctimas de desastres naturales. Este trabajo provee información de utilidad para quienes se encuentran en la lamentable posición de tener que manejar dichos cadáveres.