High dietary salt is a major cause of increased blood pressure, the leading risk for death worldwide. The World Health Organization (WHO) has recommended that salt intake be less than 5 g/day, a goal that only a small proportion of people achieve. Iodine deficiency can cause cognitive and motor impairment and, if severe, hypothyroidism with serious mental and growth retardation. More than 2 billion people worldwide are at risk of iodine deficiency. Preventing iodine deficiency by using salt fortified with iodine is a major global public health success. Programs to reduce dietary salt are technically compatible with programs to prevent iodine deficiency through salt fortification. However, for populations to fully benefit from optimum intake of salt and iodine, the programs must be integrated. This review summarizes the scientific basis for salt reduction and iodine fortification programs, the compatibility of the programs, and the steps that need to be taken by the WHO, national governments, and nongovernmental organizations to ensure that populations fully benefit from optimal intake of salt and iodine. Specifically, expert groups must be convened to help countries implement integrated programs and context-specific case studies of successfully integrated programs; lessons learned need to be compiled and disseminated. Integrated surveillance programs will be more efficient and will enhance current efforts to optimize intake of iodine and salt. For populations to fully benefit, governments need to place a high priority on integrating these two important public health programs.
El alto contenido de sal en la dieta es una causa principal de incremento de la presión arterial, el principal factor de riesgo de muerte a escala mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que el consumo de sal sea inferior a 5 g/d, una meta que solo logran una pequeña proporción de personas. La falta de yodo puede causar deficiencia cognoscitiva y motora y, si es grave, hipotiroidismo, con grave retraso mental y del crecimiento. Más de dos mil millones de personas en todo el mundo presentan riesgo de carencia de yodo. La prevención de la carencia de yodo mediante el empleo de sal yodada constituye una importante conquista de salud pública a escala mundial. Los programas cuyo objeto es reducir el contenido de sal en la dieta son técnicamente compatibles con los programas de prevención de la carencia de yodo mediante el enriquecimiento de la sal. Sin embargo, para que las poblaciones se puedan beneficiar plenamente de una ingesta óptima de sal y yodo, es preciso integrar ambos tipos de programa. Este estudio resume las bases científicas de los programas de reducción de sal y enriquecimiento con yodo, la compatibilidad de esos programas, y las medidas que deben adoptar la OMS, los gobiernos nacionales y las organizaciones no gubernamentales para garantizar que las poblaciones se beneficien plenamente de una ingesta óptima de sal y yodo. En concreto, es preciso reunir a grupos de expertos para ayudar a los países a aplicar programas integrados y llevar a cabo estudios de casos en contextos específicos de programas integrados eficaces; es preciso recopilar y difundir las enseñanzas extraídas. La integración de los programas de vigilancia los hará más eficaces y mejorará las iniciativas actuales para optimizar la ingesta de yodo y sal. Para que las poblaciones puedan beneficiarse plenamente, es preciso que los gobiernos asignen una alta prioridad a la integración de estos dos importantes tipos de programas de salud pública.