During the last few decades, traffic injuries have become one of the leading causes of death and disability in the world. In urban areas, traffic congestion, noise, and emissions from motor vehicles produce subjective disturbances and detectable pathological effects. More than one billion people are exposed to harmful levels of environmental pollution. Because its combustion engine generates carbon dioxide (CO2), the automobile is one of the chief sources of the gases that are causing the greenhouse effect. The latter has already caused a rise in the average ambient temperature, and over the next decades it will predictably cause significant climatic changes whose consequences, though uncertain, are likely to be harmful and possibly catastrophic. Aside from the greenhouse effect, the relentless growth of parking zones, traffic, and the roadway infrastructure in urban and rural areas is currently one of the leading causes of environmental degradation. Urban development, which is nearly always "planned" around traffic instead of people, leads to a significant deterioration in the quality of life, while it also destroys the social fabric. Unlike the private automobile, public transportation, bicycles, and walking help reduce pollution, congestion, and traffic volume, as well as the morbidity and mortality resulting from injuries and ailments related to pollution. Non-automobile transportation also encourages physical activity--with its positive effect on general health--and helps reduce the greenhouse effect. The drop in traffic volume and the increased use of alternate means of transportation are thus an integrated health promotion policy which should become an inherent part of the movement for the promotion of healthy cities and of transportation policies and economic policy in general.
En las últimas décadas, las lesiones de tráfico se han convertido en una de las primeras causas de muerte y discapacidad en todo el mundo. En las zonas urbanas la congestión, el ruido y las emisiones de los motores de los vehículos causan molestias subjetivas y efectos patológicos detectables. Más de mil millones de personas están expuestas a niveles de contaminación atmosférica nocivos. Por su motor de combustión que genera dióxido de carbono (CO2), el automóvil es una de las fuentes principales de gases inductores del efecto invernadero. Este efecto ha generado ya un incremento de la temperatura media atmosférica y se estima que producirá en los próximos decenios alteraciones climáticas significativas de consecuencias inciertas, pero muy probablemente nocivas y posiblemente catastróficas. Independientemente del efecto invernadero, el crecimiento constante del parque automovilístico, del tráfico y de la infraestructura viaria urbana y rural es hoy una de las causas principales de la degradación del ambiente. El desarrollo urbano, casi siempre "planificado" en función del tráfico y no de las personas, hace que empeore significativamente la calidad de la vida, a la vez que fractura el tejido social. Frente al automóvil privado, el transporte público o en bicicleta y el desplazamiento a pie contribuyen a reducir la contaminación, la congestión y el volumen de tráfico, así como la morbilidad y mortalidad por lesiones y por enfermedades relacionadas con la contaminación. El transporte no automovilístico promueve también la actividad física --con un efecto de mejora general de la salud-- y contribuye a aminorar el efecto invernadero. La reducción del volumen de tráfico y el impulso de métodos alternativos de transporte son así una política integral de promoción de la salud que ha de incorporarse en el movimiento de ciudades saludables, así como en las políticas de transporte y en la política económica en general.