RESUMEN Chile previo al año 1990 mostraba un número reducido de facultades de medicina, 6 en total, subiendo a 13 el año 2000. De ahí en adelante se produjo un incremento explosivo subiendo a 29 facultades o escuelas el año 2024. Ello deriva en un incremento de cupos para estudiar medicina de 1.816 el 2010, a 3.000 al año 2024. El número de médicos/as en el país el año 2010 era de 24.455, subiendo a 65.737 el año 2023, de los cuales un 25% corresponde a profesionales extranjeros. El año 2010 se aprecia una relación de médicos por cada 1.000 habitantes de 1,43 subiendo a 3,13 el 2024, con una proyección razonable para el año 2034 cercana a 6, en otras palabras, un(a) médico/a por cada 170 habitantes, alcanzando la curva de la OCDE, superando las recomendaciones OMS, para seguir subiendo en forma no paralela. Uno de cada dos médicos/as que ejercen en Chile al año 2024 tiene una o más especialidades médicas. El Sistema Público de Salud reporta al año 2023 la contratación de un tercio de las jornadas completas equivalentes del total de profesionales registrados, la mayoría de estas jornadas corresponde a especialistas (61%). Las tasas de médicos especialistas por región, a septiembre del 2023, es relativamente homogénea, con tendencia a tasas más altas en el sur del país. Se aprecia una subrepresentación en las regiones no metropolitana de especialidades como infectología, medicina de urgencia, intensiva de adultos, neonatología, hematología y neurología pediátrica, aunque para la mayoría de las especialidades no se aprecia esta asimetría. En comparación con otros países, Chile con una tasa de 28,4 entre 2012-2020, se encuentra en el lugar 57 de 200 países con registro, presentando una tasa de médicos/as especialistas de 1,64 por 1.000 habitantes, cuando el promedio en OCDE fue de 2,35. Lo anterior sugiere fuertemente que Chile probablemente llegará a tener un número excesivo de médicos en su totalidad, pero con espacio para crecer en médicos/as especialistas. Es posible vislumbrar interacciones y coordinaciones que podrían ser virtuosas para el país, sin que se excedan hacia un sistema regulado, pero evitando que la formación profesional se encuentre desregulada y sujeto a un libre albedrío fruto de las reglas de oferta y demanda propias del mercado. Se proponen estudio/s a nivel nacional e internacional que dimensione la realidad y desafíos epidemiológicos para las próximas décadas que permita al menos identificar las problemáticas principales en salud y enfermedad y las capacidades profesionales que se requerirán para abordarlas a nivel de medicina general, especialidades primarias, y especialidades derivadas. En lo que concierne a campos clínicos, es fundamental hacer el estudio pertinente que determine la capacidad formadora total en el sistema público u otros que puedan ser parte del sistema formativo para las necesarias competencias clínicas. Importante sería conformar un grupo de trabajo que incluya a actores relevantes con conocimiento, preocupación y/o injerencias en este tema, e.g. Academia de Medicina, ASOFAMECH, Colegio Médico, Ministerio de Salud, Ministerio de Educación y representantes de la comunidad, entre otros. En la perspectiva de nuestra educación superior, con mirada país, aparece deseable que las Universidades inicien una reflexión conjunta sobre el rol que nos compete en este relevante tema, con visión de futuro.
ABSTRACT Before 1990, Chile showed fewer medical schools, six in total, increasing to 13 by 2000. From then on, there was an explosive increase, reaching 29 faculties or schools by 2024. Medical students increased from 1,816 in 2010 to 3,000 by 2024. The number of doctors in the country in 2010 was 24,455, rising to 65,737 by 2023, of which 25% are foreign professionals. In 2010, there was a ratio of 1.43 doctors per 1000 inhabitants, increasing to 3.13 by 2024, with a reasonable projection for 2034 close to 6, in other words, one doctor for every 170 inhabitants, reaching the OECD curve, surpassing WHO recommendations, and continuing to rise non-linearly. By 2024, one in two doctors practicing in Chile has one or more medical specialties. The Public Health System reported that in 2023, approximately one-third of the total available registered professionals working hours hired represented medical specialists (61%). Specialist doctor rates by region, as of September 2023, are relatively homogeneous, with higher rates tending to be in the southern part of the country. There is underrepresentation in non-metropolitan regions of specialties such as infectious diseases, emergency medicine, adult intensive care, neonatology, hematology, and pediatric neurology. However, for most specialties, this asymmetry is not observed. Compared to other countries, Chile, with a rate of 28.4 between 2012-2020, ranks 57 out of 200 countries with available data, presenting a rate of 1.64 specialist doctors per 1000 inhabitants, while the OECD average was 2.35. This strongly suggests that Chile will likely end up with an excessive number of doctors overall but with room to grow in specialist doctors. It is possible to envision interactions and coordination that could benefit the country without exceeding a regulated system; however, professional training should be avoided to continue unregulated and subject only to free will based on marketing strategies and demand rules. National and international studies assessing healthcare challenges for the coming decades and the professional capacities required to address them at the level of general medicine, primary specialties, and derived specialties are urgently needed. Regarding clinical fields, conducting a relevant study to determine the total public and private sector training capacity that may be part of the training system for the necessary clinical competencies is essential. Forming a working group with relevant stakeholders with knowledge, concern, and involvement would be significant, e.g., the Academy of Medicine, ASOFAMECH, medical schools, Ministry of Health, Ministry of Education, and community representatives. From our higher education perspective, with a nationwide vision, universities should start a joint reflection on our role in this critical topic with a future-oriented view.