The eruption of the Cerro Negro volcano near León, Nicaragua, on 9 April 1992 distributed an estimated 1.7 million tons of ash over a 200 square kilometer area. An assessment was conducted to evaluate the health effects on approximately 300 000 residents, using routine data obtained by the national epidemiologic surveillance system. It was found that rates of visits to health care facilities for acute diarrheal and respiratory illnesses increased in two study communities, one within and one near the disaster zone. Specifically, visits for acute diarrhea were nearly 6.0 times more numerous than before the eruption in both communities, while visits for acute respiratory diseases were 3.6 times more frequent in Malpaisillo (the community near the disaster zone) and 6.0 times more frequent in Telica (the community within it). Most of the visits were for infants and children less than 5 years old. Increased diarrheal disease morbidity, which commonly occurs after volcanic eruptions, demands detailed investigation of the type and quality of water supplies following heavy ashfall. Ash-related respiratory problems should be further examined to determine the spectrum of such diseases and the timing of illness onsets among infants and other special population subgroups. Data collected on health conditions before and after an eruption by passive surveillance can be used to detect eruption-related morbidity. Systems already in place, such as Nicaragua's national epidemiologic surveillance system, can be modified or extended so as to increase their sensitivity to new cases and hence their ability to provide appropriate notification to medical relief agencies.
La erupción del volcán Cerro Negro cerca de León, Nicaragua, el 9 de abril de 1992 lanzó alrededor de 1,7 millones de toneladas de ceniza en una zona de 200 km². Se efectuó una evaluación inicial de los efectos en la salud de cerca de 300 000 residentes, con los datos normalmente obtenidos mediante el sistema nacional de vigilancia epidemiológica. Se determinó que el número de consultas a los establecimientos de atención de salud por diarrea e infecciones respiratorias agudas (IRA) aumentó en las dos comunidades estudiadas, una dentro de la zona del desastre y otra en sus cercanías. En particular, las consultas por diarrea aguda fueron casi 6,0 veces más numerosas que antes de la erupción en ambas comunidades y las consultas por IRA, 3,6 veces más frecuentes en Malpaisillo (la comunidad cercana a la zona del desastre) y 6,0 veces más frecuentes en Telica (la comunidad situada dentro de esa zona). Casi todas fueron consultas por enfermedad en lactantes y niños menores de 5 años. El aumento de la tasa de morbilidad por diarrea, que frecuentemente se produce después de las erupciones volcánicas, exige que se investiguen detalladamente el tipo y la calidad del abastecimiento de agua después de una acumulación cuantiosa de ceniza. Es preciso examinar con mayor detenimiento los problemas respiratorios asociados con la ceniza para determinar el espectro de esas enfermedades y el momento en que se presentan en lactantes y otros subgrupos especiales de la población. Los datos acopiados por medio de la vigilancia pasiva sobre las condiciones de salud antes y después de una erupción pueden emplearse para detectar la morbilidad relacionada con la erupción. Los sistemas que ya están establecidos, como el sistema nacional de vigilancia epidemiológica de Nicaragua, se pueden modificar o ampliar para mejorar su sensibilidad a nuevos casos y, por ende, su capacidad de ofrecer servicios de notificación apropiados a los organismos de socorro médico.