In Colombia, violence seems uncontrollable. Along with massacres and group killings of astonishing cruelty, there are also kidnappings and disappearances, abuse of children and the elderly, and rape of young adolescents. Every day, without respite, Colombians are witnesses or victims of street cri mes as well as racial, sexual, and socioeconomic discrimination. Unwillingly, they become agents of aggression in public transport, at home, at school, and at work. Colombia has the highest rates of mortality from homicide in the world. Apart from the enormous institutional burden that violence imposes on the health services and forensic medicine, it now constitutes the principal public health problem in the country. To confront it, the health sector must develop policies and finance actions, develop innovative ways to train personnel, implement public education processes, and devote more effort and greater creativity to research, which up to now has provided some, but not enough, important answers. Violence, which is the substitution of force for any type of dialogue, must be conidered within the context of life and health. This it not merely an attempt to rationalize violence, much less to substitute words or reflection for action, but rather an attempt to understand it in depth in order to search for alternatives. With that goal, this article analyzes the subject of violence in Colombia, principally from the perspective of its effect on the health of the citizens and its implications for the health sector. The author fully recognizes the subjectivity and limitations of the views he expresses herein.
La violencia en Colombia parece incontenible. A las masacres y asesinatos colectivos, de una crueldad desconcertante, se suman los secuestros y desapariciones, el maltrato de niños y ancianos y las violaciones de adolescentes. Cada día, sin tregua, los colombianos son espectadores o víctimas de atracos callejeros y de discriminación racial, sexual y socioeconómica. Sin quererlo, se convierten en agentes de agresiones en el transporte urbano, el hogar, la escuela y el trabajo. Colombia tiene las tasas de mortalidad por homicidio más altas del mundo. Independientemente de la enorme sobrecarga institucional que impone a los servicios de salud y medicina legal, la violencia constituye actualmente en Colombia el principal problema de salud pública. Para hacerle frente, el sector de la salud debe elaborar políticas y financiar acciones; crear nuevos procesos de formación de personal, poner en marcha procesos de educación pública, y dedicar mayor esfuerzo y creatividad al campo de la investigación, que hasta ahora ha dado respuestas importantes pero aún insuficientes. Al reflexionar sobre la violencia, que es la sustitución de toda argumentación por la fuerza, es necesario ubicarla en el contexto de la vida y la salud. No se pretende solo racionalizarla, y menos aún sustituir la acción por la palabra o por las reflexiones, sino tratar de comprenderla a fondo con el objeto de buscarle alternativas. En el presente artículo se analiza, con esta finalidad, el tema de la violencia en Colombia, principalmente desde el punto de vista de su efecto en la salud de los colombianos y de sus implicaciones para el sector sanitario. El autor expone sus puntos de vista con plena conciencia de su subjetividad y limitaciones.