Abstract Following 32 years of implementation of neoliberal policies in Mexico, the Metropolitan Area of the Valley of Mexico, one of the four largest metropolitan areas in Latin America, has undergone significant demographic, economic, social and territorial changes. It has grown strongly in population and extension; its economy has de-industrialized and grown in outsourcing with predominance of informality, it has lost dynamism of growth and comprises the largest concentration of poor in the country. Its territory spreads towards periphery and is internally rearranged by the action of the real estate and financial capital, it is restructured over a network of tertiary urban corridors, its mobility is dominated by the private car, and it shows a strong socio-spatial segregation. Being politically and administratively fragmented, the territorial policies applied to the metropolis are uncoordinated, contradictory, pragmatic, circumstantial, unplanned, and mainly aimed to facilitating capital interventions, particularly the real estate and financial. The contentious character of the metropolis continuously generates urban movements that now include middle and upper classes who advocate for living conditions of their neighbourhoods against the combined interventions of real estate capital and local governments. The metropolis is under crisis, but neither the dispersed social movement, nor the political parties have an alternative urban project to overcome it.
Resumen En 32 años de aplicación de políticas neoliberales en México, la Zona Metropolitana del Valle de México, una de las cuatro mayores de América Latina, ha sufrido grandes cambios demográficos, económicos, sociales y territoriales. Ha crecido intensamente en población y extensión; su economía se ha desindustrializado y terciarizado con dominio de la informalidad, ha perdido dinamismo de crecimiento y es la mayor concentración de pobres del país. Su territorio se dispersa en la periferia y se re-construye internamente por la acción del capital inmobiliario-financiero, se reestructura a partir de una trama de corredores terciarios, su movilidad la domina el automóvil privado, y muestra una intensa segregación socio-territorial. Fragmentada en lo político-administrativo, las políticas territoriales aplicadas a la metrópoli son descoordinadas, contradictorias, pragmáticas, coyunturales, no planeadas, y se orientan fundamentalmente a facilitar las intervenciones del capital, particularmente el inmobiliario-financiero. La conflictividad de la metrópoli genera continuamente movimientos urbanos que ahora incluyen a capas medias y altas que defienden la habitabilidad de sus barrios de las intervenciones combinadas del capital inmobiliario y los gobiernos locales. La metrópoli está en crisis, pero ni el disperso movimiento social, ni los pragmáticos partidos políticos tienen un proyecto urbano alternativo para superarla.