ABSTRACT This study presents an account of social representations and practices of men and women in a Yucatán municipality regarding the negativity, positivity, and ambivalence over alcohol consumption with respect to their health and social relationships (violent and non-violent), based on the local categories of “knowing how to handle alcohol” and “not knowing how to handle alcohol.” This ethnography was conducted within the framework of critical medical anthropology with a relational approach. Fieldwork was carried out over a period of 11 months (2016-2017) in Cuzamá, a municipality in the former henequen-producing area of Yucatán. During this period, the researcher resided in and lived alongside the community. The research was primarily conducted with eight significant actors (four men and four women from 25 to 40 years old), as well as other secondary and tertiary actors, through individual interviews, group interviews, “informal” conversations, and above all participant observation. The results show that in terms of representations, alcohol consumption is primarily discussed from a place of negativity. Although it leads to and is in fact associated with certain health problems, in terms of practices, alcohol consumption is seen as the source of physical, emotional, and relational health benefits. This is evidenced in popular knowledge regarding alcohol consumption, which is characterized by discontinuity and ambivalence more than continuity.
RESUMEN Este trabajo da cuenta de las representaciones y prácticas sociales de varones y mujeres de un municipio de Yucatán, respecto de la negatividad, positividad y ambivalencia del consumo de alcohol en su salud y relaciones sociales (violentas y no violentas), partiendo de las categorías locales del “saber tomar” y el “no saber tomar”. La etnografía se desarrolló desde un abordaje de la antropología médica crítica y del enfoque relacional. El trabajo de campo se llevó a cabo durante 11 meses (2016-2017), en Cuzamá, municipio en la zona ex-henequenera de Yucatán (México), tiempo en el que el investigador vivió y convivió en la comunidad. Se trabajó con ocho actores significativos (cuatro varones y cuatro mujeres de 25 a 40 años de edad) y otros secundarios y terciarios, a través de entrevistas individuales, algunas grupales, conversaciones “informales” y, sobre todo, de la observación participante. Los resultados muestran que, a nivel de representaciones, el consumo se enuncia predominantemente desde su negatividad y, si bien se corresponde e incluso se identifica con ciertas afectaciones para la salud, a nivel de las prácticas, el consumo deriva en beneficios para la salud física, emocional y relacional, evidenciándose que los saberes sociales de las personas sobre el consumo de alcohol se caracterizan más por sus discontinuidades y ambivalencias que por sus continuidades.