Abstract What and how did the writers of the first centuries of the Italian language read? Thanks to the influence of what readings did you compose your works? In the case of Boccaccio and Petrarch, the answer to this question was found in the books they owned and in which in many cases they made notes. Of Dante, on the other hand, we do not possess either the books or a single word written in his handwriting: we can only imagine the appearance of his handwriting thanks to the description that Leonardi Bruni left of it, probably based on a Dantesque autograph, now lost. Given this lack of data, Dante’s sole mention of his own training is of great importance, that is, the passage from the Convivio in which he narrates that he undertook philosophical studies immediately after the death of Beatrix, prompted by the reading of the Consolatio Philosophiae of Boethius to go for thirty months “to the schools of the religious and to the disputes of the philosophers” (Conv. II, XII, 1-7). The schools frequented by the Poet can be identified with the conventual Studia of Florence, that is, the Franciscan of Santa Croce, the Dominican of Santa Maria Novella and the Augustinian of Santo Spirito, unique places of conservation of books and education, in addition to the teaching by isolated private teachers like Brunetto Latini. Among these institutions, home to lively cultural activity, philosophical disputes and study, the historical data attributable to Dante favors Santa Croce, whose books (today preserved mainly in the Biblioteca Medicea Laurenciana and in the National Central Library of Florence) document the physiognomy in which the texts he read were offered to his eyes and were models of his works. This contribution traces a journey through the precious bibliographic heritage of the Franciscan Studium, with the aim of reconstructing and documenting the circulation of Dante’s works in his homeland and the Florentine context in which the poet’s extraordinary cultural formation took place.
Resumen ¿Qué y cómo leían los escritores de los primeros siglos de la lengua italiana? ¿Bajo la influencia de qué lecturas compusieron sus obras? En el caso de Boccaccio y Petrarca, la respuesta a esta pregunta se encontró en los libros que poseían y en los que, en muchos casos, hicieron anotaciones. De Dante, en cambio, no poseemos ni los libros ni una sola palabra escrita de su puño y letra: sólo podemos imaginar el aspecto de su caligrafía gracias a la descripción que de ella dejó Leonardi Bruni, probablemente basada en un autógrafo dantesco, hoy perdido. Dada esta ausencia de datos, cobra gran importancia la única mención de Dante a su propia formación, es decir, el pasaje del Convivio en el que narra que emprendió estudios filosóficos inmediatamente después de la muerte de Beatriz, impulsado por la lectura de la Consolatio Philosophiae de Boecio para ir durante treinta meses “a las escuelas de los religiosos y a las disputas de los filósofos” (Conv. II, XII, 1-7). Las escuelas frecuentadas por el Poeta se pueden identificar con los Studia conventuales de Florencia, es decir, la franciscana de Santa Croce, la dominicana de Santa Maria Novella y la agustina de Santo Spirito, únicos lugares de conservación de libros y educación, además de la enseñanza privada de profesores aislados como Brunetto Latini. Entre estas instituciones, sedes de una animada actividad cultural, de disputas filosóficas y de estudio, los datos históricos atribuibles a Dante favorecen a Santa Croce, cuyos libros (hoy conservados principalmente en la Biblioteca Medicea Laurenciana y en la Biblioteca Nacional Central de Florencia) documentan los textos que leía y eran modelos de sus obras. Esta contribución traza un recorrido por el preciado patrimonio bibliográfico del Studium franciscano, con el objetivo de reconstruir y documentar la circulación de las obras de Dante en su patria y el contexto florentino en el que tuvo lugar la extraordinaria formación cultural del poeta.