Abstract This article refers to the results obtained through the observation that was carried out -in the year 2017- concerning the changes that the artisanal work in Santa Clara del Cobre, Michoacán., underwent throughout the previous twenty years. Throughout this period, in which the craft workshops and the families that operated them initially occupied part of the courtyards of houses, was transformed to the present reality whereby these same people have become part of large companies. Currently, these workshops manufacture copper pieces on a large scale in order to serve the international market, above all, that of the USA. The said transformation has thus transcended the actual definition of the worker himself, who was previously a copper craftsman, but who is now given the status of a skilled worker within a workforce renumerated through the salaried factory system. Through the use of a variety of machinery, including cutters, lathes, planing machines and cutting torches, they manufacture hundreds of pieces per month; as a result, the said products have also been transformed from what were once traditional handcrafts, which -through their manual production- possessed the characteristic of being unique and unrepeatable. Nowadays, some of these workshops employ over 50 workers, including supervisors, turners and welders, and have actually increased copper production throughout the region, though this has meant the gradual disappearance of independent craftsmen, individual creativity and the disappearance of the ‘unique’ piece.
Resumen El presente artículo alude a la presencia de los resultados obtenidos mediante la observación que se realizó en el año 2017 sobre los cambios que el trabajo artesanal en Santa Clara del Cobre, Michoacán ha registrado durante los últimos veinte años. Tiempo en el que los talleres artesanales y familiares que ocupaban parte de los patios de las casas, ahora se han convertido en grandes empresas. Actualmente, en estos talleres se fabrican piezas de cobre en gran escala, con la finalidad de cubrir el mercado internacional, principalmente estadounidense. Una transformación que trasciende a la definición del propio trabajador, que en otro tiempo era el artesano del cobre, y que ahora es ubicado en el estatus de trabajador especializado con una división del trabajo basada en el sistema fabril asalariado. Con ayuda de máquinas diversas tales como cortadoras, tornos, aplanadoras y sopletes, avanzan en la fabricación de cientos de piezas por mes, piezas que también se han transformado de ser artesanías, que en su elaboración manual tienen la característica de ser únicas e irrepetibles. Algunos de los talleres sobrepasan el número de 50 trabajadores, entre supervisores, torneros y soldadores que mantienen más viva que nunca la producción del cobre, aunque esto ha implicado la desaparición paulatina de artesanado independiente, de la creatividad individual y de la pieza única.