RESUMEN Con la expresión “español transatlántico” apuntamos a un nodo de convergencias y tránsitos de escrituras que dialogan en lengua española a ambos lados del océano, configurando un archipiélago de múltiples orillas. La metáfora es operativa pues refleja sociedades multiculturales donde lo nativo/extranjero confluye, encarnado en autores nómadas, cosmopolitas, migrantes, interesados en un lector ubicuo y no necesariamente vecino y connacional. Con vocación panhispánica, el idioma común no resulta ya una formalidad impuesta que encubre diversidades radicales, sino una plataforma de lanzamiento para afianzar un intercambio dialógico, que respete las variaciones regionales e históricas, pero funcione como conector. Reconocer que el español como lengua mediadora nos une, no anula regionalismos ni dialectos territoriales y autonómicos. Aceptar esta realidad indiscutible de millones de personas que piensan, hablan y escriben en una lengua común, que nos comunica y representa, sin repetir leyendas negras del pasado, no me parece un gesto de claudicación sino de puro sentido común. El objetivo en esta era global es integrar sin marginar, a partir de consensos compartidos y políticas de las lenguas respetuosas de la diversidad, disolviendo los anacronismos del término atados a una tradición ya perimida, para resituar su familia textual frente a los nuevos paradigmas críticos.
ABSTRACT With the expression "transatlantic Spanish" we point to a node of convergences and transits of writings that dialogue in Spanish on both sides of the ocean, configuring an archipelago of multiple shores. The metaphor is operative because it reflects multicultural societies, where the native/foreign status converge, represented by nomadic authors, cosmopolitan, migrant, interested in a global reader not necessarily neighbor or connational. With a pan-Hispanic vocation, the common language is no longer an imposed formality that covers up radical diversity, but a starting point to strengthen a dialogical exchange, which respects regional and historical variations, but functions as a connector.. Recognize that Spanish as a mediating language does not ignore regionalisms or territorial and autonomous dialects. Accepting this undisputed reality of millions of people who think, speak and write in a common language, which communicates and represents us, without repeating black legends of the past, does not seem to me a gesture of surrender but of pure common sense. The objective in this global era is integration without marginalization, based on shared consensus and policies of languages respectful of diversity, dissolving the anachronisms of the term tied to an already anachronic tradition, to relocate its textual family inside new critical paradigms.