Economic crises have triggered a surge in liberal discourses in the region, with a notable emergence of an anachronistic far-right movement espousing anti-rights, denialist, and neoliberal ideologies. Notably, Brazil's experience stands out, where Bolsonarism made significant inroads against the country's scientific sector through budget cuts, hostility towards researchers, and anti-science rhetoric, resulting in a dramatic impact on the nation's scientific and technological landscape. Under the leadership of Jair Bolsonaro, this agenda of rejecting scientific knowledge had a grim impact during the pandemic. Currently, Javier Milei, a presidential candidate on the upcoming Argentinian ballotage, regards Bolsonaro as a reference, sharing the ideological baggage of the Brazilian denialist. This trend is not immune to the global rise of disinformation campaigns aimed at discrediting scientific consensus and evidence-based policies. In line with scenarios in other parts of the world, Argentina has witnessed significant growth in anti-science movements in recent years, driven by a strong reliance on social media. These movements deny and discredit scientific consensus, clinical trials, and academic articles. We have observed direct attacks on prestigious institutions within our science and technology system, such as the National Scientific and Technical Research Council (CONICET), based on the distortion of research findings, particularly in the social sciences, or through the dissemination of fake news on social media. In some cases, these attacks occurred within the context of budget cuts to the R&D system. Here I address a threat to the future of Argentinian science in the context of the forthcoming presidential elections, highlighting the importance of publicly funded science.
Las crisis económicas han desencadenado un aumento de los discursos liberales en la región, con un notable surgimiento de un movimiento anacrónico de extrema derecha que defiende ideologías antiderechos, negacionistas y neoliberales. En particular, se destaca la experiencia de Brasil, donde el bolsonarismo logró avances significativos contra el sector científico del país a través de recortes presupuestarios, hostilidad hacia los investigadores y retórica anticientífica, lo que tuvo como resultado un impacto dramático en el panorama científico y tecnológico del país. Bajo el liderazgo de Jair Bolsonaro, esta agenda de rechazo del conocimiento científico tuvo un impacto sombrío durante la pandemia. Actualmente, Javier Milei, candidato presidencial en el próximo balotaje argentino, considera a Bolsonaro como un referente, que comparte el bagaje ideológico del negacionista brasileño. Esta tendencia no es inmune al aumento global de las campañas de desinformación destinadas a desacreditar el consenso científico y las políticas basadas en evidencia. En línea con escenarios en otras partes del mundo, Argentina ha sido testigo de un crecimiento significativo de los movimientos anticientíficos en los últimos años, impulsados por una fuerte dependencia de las redes sociales. Estos movimientos niegan y desacreditan el consenso científico, los ensayos clínicos y los artículos académicos. Hemos observado ataques directos a prestigiosas instituciones de nuestro sistema de ciencia y tecnología, como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), basados en la distorsión de los resultados de investigaciones, particularmente en las ciencias sociales, o mediante la difusión de noticias falsas sobre medios de comunicación social. En algunos casos, estos ataques se produjeron en el contexto de recortes presupuestarios al sistema de I+D. Aquí abordo una amenaza al futuro de la ciencia argentina en el contexto de las próximas elecciones presidenciales, destacando la importancia de la ciencia financiada con fondos públicos.