Resumen En 1933, Diego Rivera comenzó a pintar El hombre en la encrucijada, un mural en el Rockefeller Center de la ciudad de Nueva York. Después de que Rivera incluyó un retrato del revolucionario bolchevique Vladimir Lenin y rechazó la demanda de Nelson Rockefeller de eliminarlo, el mural se cubrió primero y luego, en febrero de 1934, se destruyó. Ese mismo año, Rivera pintó un mural remodelado, Hombre, el controlador del universo, en el Palacio de Belles Artes de la Ciudad de México. El artículo actual examina esta controversia a través de la lente de la relación de Rivera con la izquierda comunista, en particular el Partido Comunista (pro Moscú), Liga Comunista de América (trotskista) y el Partido Comunista (Oposición) dirigido por Jay Lovestone, y argumenta que esta perspectiva proporciona un entendimiento más completo de los compromisos políticos del muralista y las políticas diversas expresadas en la obra de Rivera en aquel momento.
Abstract In 1933, Diego Rivera began painting Man at the Crossroads, a mural at Rockefeller Center in New York City. After Rivera included a portrait of Bolshevik Revolutionary Vladimir Lenin, and refused Nelson Rockerfeller’s demand to remove this, the mural was first covered up, and then in February 1934, destroyed. That same year, Rivera painted a refashioned mural, Hombre, el controlador del universo, at the Palacio de Belles Artes in Mexico City. The current article examines this controversy through the lens of Rivera’s relationship with the Communist left, in particular the pro-Moscow Communist Party, the Trotskyist Communist League of America, and the Lovestoneite Communist Party (Opposition), and argues that this provides a fuller understanding of Rivera’s evolving political commitments and the changing politics of his paintings in this period.