SUMMARY The use of biological material as a weapon of war is as old as the war conflicts themselves, but after the signing, in 1972, of the Convention on the Prohibition of the Development, Production and Stockpiling of Bacteriological (Biological) and Toxin Weapons and on their Destruction (CABT), its military use has practically disappeared. However, it has become part of the attacks of terrorist groups, which constitute a real threat to National Security. Biological weapons are included within the group of so-called “weapons of mass destruction” and include all types of agents, microbial or not, viral, natural or recombinant, and their derived toxins. Among the key factors in the development of this type of intentional biological threats, it is worth mentioning the increase in the appearance of emerging pathogens, the great development of genetic modification and editing technologies, such as CRISPR/Cas9, or the diversion and smuggling of sensitive precursors and materials. To this end, the following measures have been implemented: launch of the National Biosecurity Commission; control of dual-use material exports; strengthening of the Security and Protection Area of the Customs and Special Taxes Department of the Tax Agency; development of the Network of Biological Alert Laboratories (RE-LAB), coordinated by the Carlos III Health Institute; collaboration of the Spanish Technical Assistance and Emergency Response Teams (START).
RESUMEN El uso de material biológico como arma de guerra es tan antiguo como los propios conflictos bélicos, pero tras la firma, en 1972, de la Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y su destrucción (CABT), su uso militar prácticamente ha desaparecido. Sin embargo, ha pasado a formar parte de los ataques de grupos terroristas, que constituyen una auténtica amenaza para la Seguridad Nacional. Las armas biológicas se incluyen dentro del grupo de las denominadas “armas de destrucción masiva” e incluyen a todo tipo de agentes, microbianos o no, virales, naturales o recombinantes, y a sus toxinas derivadas. Entre los factores claves en el desarrollo de este tipo de amenazas biológicas intencionadas, cabe mencionar el incremento de la aparición de patógenos emergentes, el gran desarrollo de las tecnologías de modificación y edición genética, como la CRISPR/Cas9, o el desvío y contrabando de precursores y materiales sensibles. El principal desafío al que se enfrenta la Seguridad Nacional ante este tipo de amenazas es su identificación y detección precoz. Para ello, se han implementado las siguientes medidas: puesta en marcha de la Comisión Nacional de Biocustodia; control de las exportaciones de material de doble uso; potenciación del Área de Seguridad y Protección del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales de la Agencia Tributaria; desarrollo de la Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB), coordinada por el Instituto de Salud Carlos III; colaboración de los Equipos Técnicos Españoles de Ayuda y Respuesta en Emergencias (START).