SUMMARY: Since the decade of the seventies, several neuropsychological abnormalities in very different cognitive domains have been described among patients with Obsessive-compulsive disorder (OCD). Due to the nature of these abnormalities, it was concluded that possibly the main dysfunction for this disorder was located in the right hemisphere, especially in the frontal cortex; nevertheless this particular brain region was found to be involved in other psychiatric disorders, so neuropsychological results were considered to be of limited precision and it was thought that the diversity in results was not due to the malfunction of one particular brain region. So it became evident that a new research methodology based in the information processing model with highly specific neuropsychological paradigms of frontal functioning was needed; as well as considering a subtypology based in the cognitive characteristics in patients with the same disorder and similar phenomenology. Regarding OCD it is well known that the dorsolateral prefrontal cortex is in charge of the regulation of complex actions, executive functions and the elaboration of logical strategies in a problem solving task; so its dysfunction causes a failure in the creation of response patterns and perseverations due to the inability to change a pattern when an alternative response is needed. On the other hand, obsessions are associated mainly with the anterior cingulated cortex and the basal region of the corpus striatum and its connections with the limbic system, giving place to incapacity to select the relevant information from the environment, which makes the individual perceive irrelevant stimuli as threatening for physical integrity. By the way, some clinical subtypes have also been identified: contamination/washing, aggressiveness/checking, hoarding, symmetry/ order. There is also some evidence of different patterns of brain activation to several visual stimuli related to the obsessive or compulsive object in the clinical subtypes, as shown by functional magnetic resonance image in some regions of the frontal lobe, either dorsolateral, medial or basal and its connections with the basal ganglia, and in some cases thalamus or limbic system. In the face of all this evidence, the goal of the present study was to find if within this disorder it was possible, through several neuropsychological paradigms of frontal functioning, to find different patterns of execution, considering the clinical subtype and the severity of obsessions and compulsions. Fifty-eight patients with a diagnosis of OCD were studied; all patients were under treatment at the OCD clinic of the National Institute of Psychiatry Ramón de la Fuente in Mexico City. Two neuropsychological tests were administered: 1) Trail Making Test (TMT) and 2) Wisconsin Card Sorting Test (WCST). From the Target Symptom List, the clinical subtype was obtained. After the statistical analysis, we found no differences between the severity of obsessions and the severity of compulsions as measured by the Yale-Brown Scale. Also, we observed three factors concerning the neuropsychological tests, and patients were grouped in four different groups, each one with a distinct cognitive performance. Through the interpretation of results it was concluded that in a sample of 58 patients with OCD, different groups of neuropsychological functioning where distinguished. In their own, these groups where associated with different clinical subtypes. These results are in accordance with the neurobiological modular organization model of OCD, which sustains the existence of independent systems of cognitive dysfunction that regulate different symptomatic expressions.
RESUMEN: La metodología de investigación, a partir del modelo del procesamiento de información con paradigmas neuropsicológicos de funcionamiento del lóbulo frontal, permite un estudio más específico de los trastornos psiquiátricos con fenomenología parecida, lo que a su vez permite crear modelos basados en una subtipología de índole cognoscitiva y, por ende, lleva al conocimiento de los circuitos neurales involucrados en la manifestación clínica de estos padecimientos. En el caso del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la corteza prefrontal dorsolateral se encarga de regular las acciones complejas, las funciones ejecutivas y la elaboración de estrategias lógicas en la resolución de problemas, de tal manera que su mal funcionamiento ocasiona fallas en la creación de patrones de respuesta y perseveraciones por incapacidad de cambiar de patrón cuando se requiere otra alternativa de respuesta. Por otra parte, las obsesiones se relacionan predominantemente con el cíngulo anterior y la parte basal del cuerpo estriado y de sus conexiones con el sistema límbico, dando lugar a la incapacidad para seleccionar la información relevante del entorno. Esto genera que el individuo perciba los estímulos inocuos como “amenazantes” para la integridad física. También se han identificado subtipos clínicos de obsesiones y compulsiones, tales como contaminación, lavado, agresividad, comprobación, atesoramiento, simetría y de orden, entre otros, que se han relacionado con distintos patrones de transmisión genética, comorbilidad y respuesta a tratamiento. Además, se han documentado distintos patrones de aumento o disminución, ya sea de metabolismo cerebral o de flujo sanguíneo, en los circuitos fronto- estriados. Con la resonancia magnética funcional también se han encontrado distintos patrones de activación en los circuitos neuronales entre distintos subtipos clínicos, mediante la exposición de imágenes que se relacionan con el contenido de la obsesión o bien con la acción de la compulsión. Ante esta evidencia, se decidió averiguar si en pacientes con este trastorno era posible encontrar, mediante distintos paradigmas neuropsicológicos de funcionamiento frontal, dichos patrones diferenciales, considerando tanto el subtipo clínico como la gravedad de las obsesiones y compulsiones. En este estudio participaron 58 pacientes con este diagnóstico pertenecientes a la Clínica de TOC del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, de los que 24 eran mujeres y 34, hombres. Una vez que los psiquiatras adscritos a dicha clínica confirmaban el diagnóstico obtenido en la cita de primera vez, referían a los pacientes al programa para computadora de Diagnóstico Neuropsicológico Automatizado (DIANA). Se aplicaron en una sola sesión las siguientes pruebas: 1) Trazado con Hitos (TH) y 2) Test de Categorización de Tarjetas de Wisconsin (TCTW). Con posterioridad a la aplicación de las pruebas a todos los pacientes, se revisó cada uno de los expedientes de la clínica de TOC para obtener el subtipo clínico. En el análisis estadístico de los datos se realizó primero un análisis factorial para disminuir el número de variables y luego un análisis de conglomerados para ver si se formaban grupos conforme a la ejecución de los sujetos en las pruebas aplicadas. De acuerdo con la ejecución de los pacientes se observó que los sujetos se agruparon en cuatro grupos distintos de desempeño cognoscitivo: el primero tuvo una ejecución muy deficiente en ambas pruebas. El segundo exhibió un desempeño regular en las dos pruebas pero fue mas rápido para terminar el TH. El tercero sólo estuvo constituido por dos pacientes que tuvieron un desempeño muy diferente al del resto, al presentar una ejecución sobresaliente en WCST pero con gran cantidad de errores en el TH. En tanto, en el cuarto de estos grupos, donde se concentraba la mayoría de la muestra, se consideró que su ejecución fue la más característica y su desempeño en ambas pruebas regular, pero más lento en TH. Cada uno de estos grupos de funcionamiento neuropsicológico se relacionó con los distintos subtipos de obsesiones y compulsiones, mas no con su gravedad. Encontrar subtipos neuropsicológicos de TOC asociados a sintomatología clínica distinta presta apoyo al modelo de organización modular de los diferentes circuitos neurales que intervienen en la manifestación sintomática de este padecimiento.