Abstract A little over ten years ago, the anthropological academy of the global North baptized with the name “multispecies” a mode of study and writing that de-centers the human and that, in research, pays attention to the socio-cultural and affective force of multiple bodies and materialities. However, these kinds of multiple and diverse relationalities have been a constitutive part of many peoples in the global South, subalternized peoples whose historical, situated, and embodied experience account for epistemologies and ways of life obliterated by the modern-racist-colonial system. In other words, these peoples have been able to recognize and name our fragile and precarious condition, which requires more-than-human beings to become possible, in intimate affectation and interdependence, and in collaborative survival; so “multispecies” is just one more word, among others, to refer to the intricate space of relationships that give shape and content to what we call “society”, “culture”, and “nature”. In the time of the Anthropocene, this era of life annihilation driven by rapacious capitalism-speciesism, it is necessary to acknowledge our vital connections with multiple human, animal, plant, mineral, and other kinds of bodies - and their particular ways of being named - in order to propose politics of collaboration and interdependence from which it might be possible to imagine other, more-than-human futures; futures that, in fact, might already be imagined and contested right now, from and in the South. So, the objective of this anthropological essay-manifesto is, drawing from Robin Wall Kimmerer, to think about “multispecies grammars of the animated” as an alternative to these times of ruin and necessary creativity to converse with other forms of life and non-life and to reorient ourselves from other epistemologies situated in the margins and embracing that other world that walks with us towards plural futures beyond the Anthropo-capitalocene.
Resumén Hace poco más de diez años, la academia antropológica del Norte global bautizó con el nombre de “multiespecie” a un modo de estudio y escritura que descentra lo humano y que, en la investigación, presta atención a la fuerza sociocultural y afectiva de múltiples cuerpos y materialidades en la composición del “cuerpo” social y cultural. No obstante, este tipo de relacionalidades múltiples y diversas han formado parte constitutiva de muchos pueblos del Sur global, pueblos subalternizados cuya experiencia histórica, situada y encarnada dan cuenta de epistemologías y modos de vida obliterados por el sistema moderno-racista-colonial. Es decir, dichos pueblos han sabido reconocer y nombrar nuestra condición frágil y precaria, que necesita de otros seres más-que-humanos para hacerse posible, en íntima afectación e interdependencia y en supervivencia colaborativa; por lo que “multiespecie” es tan sólo una palabra más, entre otras, para llamar al intrincado espacio de relaciones que dan forma y contenido a aquello que llamamos “sociedad”, “cultura” y “naturaleza”. En tiempos de Antropoceno, esta era de aniquilación de la vida bombeada por el capitalismo-especismo rapaz, es necesario el reconocimiento de nuestras conexiones vitales con múltiples cuerpos humanos, animales, vegetales, minerales y de otros tipos - y sus particulares formas de ser nombradas - para plantear políticas de la colaboración y la interdependencia a partir de las cuales sea posible imaginar futuros-otros, más-que-humanos; futuros que, de hecho, puede que ya estén siendo imaginados y disputados ahora mismo, desde y en el Sur. De manera que el objetivo de este ensayo-manifiesto antropológico es, retomando a Robin Wall Kimmerer, pensar en “gramáticas [multiespecie] de lo animado” como una alternativa a estos tiempos de ruina y, por ende, de necesaria creatividad para conversar con otras formas de vida y reorientarnos desde otras epistemologías situadas en los márgenes y que abrazan ese mundo-otro que camina con nosotras hacia futuros plurales post Antropo-capitalocenistas.