Maritime trade that emerged in the Gulf of California in the late 18th century consolidated during the first decades of the 19th century thanks to deep-sea navigation, whose axis was the port of San Blas, Nayarit, as well as to trade carried out by the ships transporting agricultural and livestock products to the various destinations of the region. However, it took off once and for all owing to the gold fever in California, which allowed establishing regular routes that called at the ports of Guaymas, Mazatlán y La Paz. The urban development itself of these localities was a interesting market for the steamships sailing across the Pacific. Local merchants thus obtained a considerable capital which they invested in other productive sectors of the region, as well as strengthening the ties established among them. The arrival of the railroad in Sonora in the 1880s didn't eclipse Guaymas completely, which played a important role as a regional business center for the rest of the century. As the Iron Horse reduced its costs and gained a good reputation among the Sonora mining and industrial sectors, and, above all, when the South Pacific carried on toward the south, arriving in Sinaloa, the important regional market of the Gulf of California fell significantly.
El comercio marítimo que apareció en el Golfo de California a finales del siglo XVIII, se afianzó en las primeras décadas del siglo XIX merced a la navegación de altura que tuvo como eje el puerto de San Blas, Nayarit, y al intercambio efectuado por las naves que cubrían los diversos destinos de la región con productos agrícolas y pecuarios. Su despegue definitivo, sin embargo, ocurrió con motivo de la fiebre del oro en California, que permitió el establecimiento de rutas regulares que tocaban los puertos de Guaymas, Mazatlán y La Paz. El propio desarrollo urbano de estas localidades constituyó un mercado interesante para los buques de vapor que se movían a lo largo del Pacifico. Los comerciantes locales se hicieron así de un respetable capital que invirtieron en otros sectores productivos de la región, además de fortalecer los lazos establecidos entre ellos. La entrada del ferrocarril a Sonora en la década de los ochenta del siglo XIX no eclipsó por completo a Guaymas, que por todo el resto de la centuria conservó un papel relevante como centro comercial regional. En la medida que el caballo de hierro abatió sus costos y se acreditó entre los sectores minero e industrial sonorenses y, sobre todo, cuando el Sudpacífico continuó su marcha hacia el Sur, al entrar en Sinaloa, el importante mercado regional del Golfo de California cayó de manera significativa.