Debido al carácter estacional de la mayoría de las actividades agropecuarias, se produce en el sector una fuerte demanda de mano de obra y/o maquinaria en un período acotado y generalmente breve. Para hacer frente a estas necesidades, los empresarios rurales han implementado la tercerización de maquinaria y del factor trabajo, como estrategia desarrollada para la maximización de utilidades, procurando facilitar el manejo de la fuerza de trabajo: proveerse de ella, entrenarla, organizarla y disciplinarla, con el fin de hacerla rendir. Este proceso de tercerización se ve mediado por la figura del contratista rural. En el Uruguay existió el contratista desde los inicios de la ganadería, siendo la modalidad de organización laboral que se desarrolló con la esquila, a lo largo del siglo XX, aglutinando a los trabajadores en torno del «capataz de cuadrilla» primero y del «maquinista de esquila» después, configurándose lo que hoy conocemos como «contratistas laborales».En las últimas décadas, asistimos a un importante desarrollo de la tercerización a la luz de los procesos de flexibilización laboral y desregulación de la fuerza de trabajo. En tal sentido la forestación ha desarrollado formas organizativas del trabajo basadas en la tercerización de las diferentes labores del proceso de producción. Es en este marco que cobra fuerza la figura del «contratista de maquinaria». Empresario que obtiene contratos de servicio, por parte de las empresas forestales y/o agrícolas para desarrollar las actividades necesarias del/los cultivo/s y utiliza un considerable parque de maquinaria -operado por trabajadores asalariados especializados- para llevar adelante las mencionadas tareas. El presente trabajo trata de explorar si estos intermediarios -los contratistas laborales y los contratistas de maquinaria- son sujetos sociales diferentes (por su función, su conformación, etc.) o si se trata esencialmente de un mismo actor social ubicado en contextos diferentes. El conocimiento de este actor social es un elemento fundamental para la mejor comprensión de los mercados laborales rurales
Due to the seasonal nature of most agricultural activities, there is a strong demand for labor and/or machinery in a limited and brief period of time. To address these needs, rural entrepreneurs implemented the outsourcing of machinery and labor, as a strategy for profit maximization, seeking to facilitate the management of workforce: providing themselves with it, training it, organizing it, and disciplining it in order to make it pay. This outsourcing process is mediated by the figure of the labor contractor. In Uruguay labor contractors existed since the beginnings of stockbreeding, it was the way labor organization developed with the shearing along the twentieth century, bringing together workers along the «gang foreman» first and the «shearing machinist» after, constituting what is now known as «labor contractors». The recent decades we witnessed a significant development of outsourcing in light of the processes of labor flexibility and deregulation of the labor force. In this regard forestry has developed forms of labor organization based on the outsourcing of various tasks of the production process. In this context the role of the «machinery contractor» becomes stronger. This entrepreneur gets service contracts with forestry and/or agricultural companies to develop the activities connected to the crops, using a substantial fleet of machinery operated by specialized wage employees to carry out the tasks mentioned.This paper tries to explore whether these intermediaries -labor-contractors and machinery contractors- are different social subjects (by their function, conformation, etc.) or if it is essentially the same social actor located in different contexts. Knowledge of the social actor is central for a better understanding of rural labor markets